Lisseth C. Torrealba R.

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domingo, 17 de enero de 2010

SOCIEDADES Y DESARROLLO. MODELOS Y PARADIGMA

SOCIEDADES Y DESARROLLO. MODELOS Y PARADIGMA
Guy Bajoit (1996), sociólogo de la Universidad de Lovaina, propone y describe cuatro modelos de desarrollo que ejemplifican los cambios de orientación y de significado de los tres conceptos - Desarrollo, Educación,Participación- en nuestras sociedades desde 1950 hasta nuestros días:
• La Teoría de la Modernidad.
• La Teoría de la Revolución.
• La Teoría de la Competición.
• La Teoría de los Conflictos.
  La Teoría de la Modernidad Según Bajoit, la Teoría de la Modernidad parte del supuesto de que es el desarrollo tecnológico el que genera el progreso de una sociedad. Gran parte de la planificación y gestión del desarrollo socio-económico dependen del Estado-Nación. Según esta teoría, las sociedades tradicionales son un obstáculo para el progreso y el bienestar que ofrece la modernidad. “En 1950 se pensaba que, para desarrollar un país, era necesario reemplazar la cultura tradicional por la cultura moderna...”
Bajoit (1996). En consecuencia, todos aquellos pueblos que abandonen las tradiciones “primitivas” y “oscurantistas” podrán recorrer rápidamente el camino del progreso. Este progreso está basado en los aportes científicos y tecnológicos que requieren educación y formación especializada y unas normas de participación que eviten o reduzcan el conflicto social. Es el modelo desarrollista definido por Rostow y propugnado por la mayor parte de los países capitalistas del Norte y del Sur. La modernidad, como el resto de modelos, genera estrategias de educación y participación social que sirven a la conservación y reproducción de sí misma. Basada en el alto nivel científico-tecnológico y en la administración del desarrollo por el Estado- Nación, crea cauces explícitos para regular las formas de participación social. Ésta se realiza de manera democrática en una estructura formal que da posibilidad de expresión a todas las tendencias y opiniones sociales pero que confía el mandato a los delegados de la mayoría, y la oposición a los  de los grupos minoritarios o fraccionarios. Paradójicamentela delegación de poder de la base a sus dirigentes hace que la democracia funcione de manera vertical, de arriba hacia abajo. No son los dirigentes quienes actúan según un mandato popular, sino que es el pueblo quién actúa según el mandato de las estructuras de gobierno.
La Teoría de la Revolución
La Teoría de la Revolución también es estatista, y se ha visto reflejada en la práctica en el modelo Comunista adoptado por estados-nación del Norte y del Sur. El Estado adquiere mayor protagonismo en la planificación de la producción y del proceso de industrialización. La Teoría de la Revolución también pretende el progreso tecnológico, pero sobre todo, encaminado al logro del progreso social. Como en el caso anterior, ve en las sociedades campesinas o tradicionales el obstáculo para el desarrollo. La Revolución también requiere una participación masiva, sobre todo, para la primera etapa, que es la conquista del Poder. Una vez que éste ha sido conquistado, también en este caso existe división de poderes y expresión popular que delega en los responsables del partido la dirección y gestión del Estado. La revolución se consigue con el pueblo, pero, el gobierno se realiza de forma vertical, predominando las razones de Estado sobre las razones del pueblo. El control del aparato de Estado por parte de un partido único limita las decisiones personales en beneficio de la extensión del bienestar comunitario, pero el proyecto común no es producto del consenso social sino de las decisiones del partido único.
La Modernidad y la Revolución tienen un fuerte componente tecnocrático según el cual, tanto el saber científico como el conocimiento social queda en manos de expertos. Para las grandes masas queda la formación elemental o lo que Freire definió como “Educación bancaria”. Los contenidos académicos y técnicos se transfieren directamente al individuo que permanece como consumidor pasivo de conocimiento, sin que tenga la oportunidad de ser un sujeto activo de su formación. Tanto en la Modernidad como en la Revolución, los canales de educación y formación son masivos. La educación puede estar en manos públicas, privadas, laicas o religiosas pero está regulada por el Estado. Se educa en la idea de progreso ligada al crecimiento económico, científico y tecnológico de la comunidad. Esta educación implica un rechazo explícito de las sociedades tradicionales y la adopción del modelo industrial de desarrollo. Este hecho resulta bastante claro si observamos las elecciones políticas y las transformaciones educativas realizadas por los países del Sur después de sacudirse el yugo colonial. Supone que la existencia del progreso exige el abandono de viejas mentalidades, abandono que sólo se logra educando en la modernización. No se educa para discutir y consensuar un modelo social del que se es partícipe, sino en el cumplimiento de las normas que rigen el modelo ya instaurado. Estas distorsiones son las que generan la desigualdad y el “subdesarrollo”, la desestructuración de sociedades y la lucha, a veces sorda, a veces violenta, entre el modelo original y el modelo impuesto o más recientemente adoptado.
La permeabilidad de las clases sociales, el prestigio y el aumento de poder no se generalizan a través de la educación, sino que ésta sirve de laberinto selectivo. Los sectores sociales privilegiados que conozcan mejor las ciencias, la tecnología o la gestión del poder serán los llamados a elaborar el proyecto de desarrollo social.
 La Teoría de la Competencia
La Teoría de la Competencia sigue el modelo de modernización industrial, pero reduciendo fuertemente el papel del Estado. Continua sosteniendo la idea de progreso, aunque, en este caso, el desarrollo y el bienestar quedan librados a las iniciativas de individuos o empresas cuya creatividad será incentivada por vía de la competencia. La Teoría de la Competencia está bien representada por las políticas puestas en marcha y defendidas por el Banco Mundial a través de sus informes anuales. Sus consecuencias, bien conocidas, son la expansión de la pobreza y la concentración de la riqueza en pocas manos. Se trata del liberalismo post-moderno que deja todo en manos del mecanismo auto-regulador, “el Mercado”. Este determina el volumen y la bondad de la producción, establece las normas de los intercambios, exige preparación tecnológica y confía en los aportes individuales al bienestar general. Paralelamente, señala a los corporativismos, a la intervención estatal y a los conflictos sociales como los elementos que obstruyen el camino del buen desarrollo.
La Teoría de la Competencia, basada en el comportamiento “natural” del Mercado, mantiene las estructuras de la democracia formal, pero las vacía de contenido. El poder de decisión y la construcción misma del modelo de desarrollo no depende de las instituciones estatales ni del destino manifiesto de un estado nación, sino de la máxima libertad individual, sólo limitada por otras voluntades más fuertes.
Hoy es más importante tener el control del capital financiero o de las grandes empresas y de los medios de comunicación, que lograr que gobierne un determinado partido político. El sistema neo-liberal permite la participación individual generalizada y, paradójicamente, conduce a la exclusión de mayorías y minorías de personas, regiones y países.
En nuestra sociedad, dice Miret Magdalena (1996) que “se nos ha convertido en borregos laboriosos, en idiotas habilidosos... caemos en la tentación de la evasión, de la no participación, en conseguir el hombre y la mujer light...”. La participación se atomiza, el proyecto comunitario no existe y el modelo de desarrollo es la resultante del choque de intereses, en los que, como en la selección biológica, triunfa el más fuerte.
Pero no sólo eso, sino que además, como señala Díaz-Salazar (1995) “cuando en la regulación moral de nuestras actitudes desaparecen los problemas de los países empobrecidos, nos introducimos en una cultura de la ceguera... nos comportamos como sabios ciegos... La parte de la tierra pretendidamente más avanzada y científica se convierte así en la más analfabeta mental, vital y moralmente”.
La Teoría de la Competencia exacerba la educación tecnocrática no generalizada. El Mercado determinará
 las necesidades y sólo algunos individuos podrán acceder al conocimiento requerido. Como no existe proyecto comunitario el sistema educativo que propugna es insolidario y de exclusión. Su mensaje educativo es que, el mejor proyecto social es aquel que carece de proyecto, es decir, aquel que pone todas sus fuerzas en el triunfo de las personas elegidas los magos de las finanzas, las grandes empresas multinacionales, las agencias informativas, los grandes científicos y artistas oficiales, etc-.
La Teoría de la Competencia impulsa una educación carente de valores colectivos, radicalmente insolidaria, que favorece el menosprecio por la diversidad. Según Díaz Salazar (1995) “no podemos esperar que exista solidaridad en una sociedad que no socializa a sus miembros en ideales morales altruistas, sino que los abandona e instala en una era del vacío”. Recubierta de apariencia democrática, propugna el Darwinismo social y una educación elitista y sectaria basada en la exclusión de los no aptos.
 La Teoría de los Conflictos
La Teoría de los Conflictos parte de la idea de que el desarrollo se genera dentro del conflicto entre distintos grupos sociales. La superación de las contradicciones y las nuevas dinámicas sociales se logran con la participación, cada vez mayor, de los Movimientos Sociales de Base. Relativiza la idea de progreso y revitaliza la de participación y distribución democrática del poder. Esta corriente está representada por las propuestas de Desarrollo Humano elaborados por el programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a partir de la hipótesis de las necesidades de las personas. Por una vez en la vida, expertos del Sur y del Norte, nos dicen que los seres humanos somos más importantes que losindicadores económicos.
También aquí pierde algo de fuerza la idea del Estado pero, sobre todo, decae la credibilidad del partido único o de los partidos políticos enzarzados en un juego de democracia formal. Se reivindica una auténtica democracia de base, un modelo social tolerante y respetuoso con otras culturas. No apuesta por un desarrollo tecnológico a ultranza, sino que propugna la austeridad para compartir los bienes de que disponen los seres humanos.
La Teoría de la Competencia es el modelo dominante gobernado por las reglas del Mercado, mientras que la Teoría de los Conflictos representa las corrientes de resistencia social interna, regida por criterios de democratización de base. La sociedad basada en el reconocimiento y resolución de conflictos es, como se ha dicho antes, un modelo participativo de base para oponer resistencia al paradigma del Mercado y a la exclusión social o regional que este implica. En la teoría del Conflicto los canales de participación son considerados como una necesidad humana que la sociedad debe satisfacer.
Su empeño es el de mantener abiertas las vías de expresión para que las personas puedan sentirse partícipes del proyecto de desarrollo, para que puedan denunciar y corregir las injusticias, tanto en el contexto local como en el internacional. La resistencia interna a los procesos de dominación ha dado origen a otra versión de la Teoría del Conflicto que está centrada en la revalorización de la identidad cultural y/o religiosa de cada pueblo y se opone al proceso homogeinizador con todos los medios a su alcance. Esta lucha se manifiesta en los conflictos separatistas, interétnicos o anticentralistas que se están dando en el mundo como los que
 protagonizan kurdos, tamiles, hutus y tutsis, bosnios, serbios, chechenos, revolución iraní, fundamentalismo islámico, revolución chiapaneca, etc.
En la segunda variante mencionada de la Teoría del Conflicto se impulsa la participación masiva para fortalecer la identidad de la Nación, para oponer el valor de sus peculiaridades al de la homogeneidad. La paradoja es que la adhesión incondicional de la mayoría a la Nación-Cultura puede llevar al dogmatismo, a la exclusión de las personas disidentes. Sin embargo, la forma de resistencia monopartidista o religiosa es una manera de recuperar el sentidoromántico de patria, cultura, religión de un pueblo o nación que comparte esas características básicas.
No se pretende generalizar la homogeneidad pero sí garantizarla en el interior de una sociedad determinada. La idea legítima de defender la propia identidad puede transformarse en un proceso de autoafirmación logrado a través del rechazo y la negación de otras identidades  Sacudirse un modelo impuesto no significa necesariamente recuperar en toda su pureza un “modelo bueno de desarrollo tradicional”, ni contar con un nuevo modelo mejor.
Las sociedades de resistencia basadas en la identidad cultural o religiosa parecen propiciar modelos educativos al servicio de un proyecto común, que reivindica las raíces tradicionalistas, y que, en muchas ocasiones, significa un rechazo explícito de la modernidad. Este modelo educativo también es excluyente, pero no por motivos tecnocráticos, sino por razones culturales y religiosas.
El modelo de resolución de conflictos que favorece la participación de los sectores sociales de base y actúa en minoría dentro de los otros modelos de desarrollo ha impulsado siempre una educación popular participativa que pretende concienciar a las bases, hacer respetar la diversidad y desconfiar tanto de la modernidad como del tradicionalismo fundamentalista. La descripción del proceso evolutivo de los distintos modelos sociales que hace Ramonet es muy similar a la de Bajoit.
Junto al Paradigma de la Competencia, del Mercado, Ramonet coloca el Paradigma de la Comunicación como otro agente revulsivo de las relaciones locales e internacionales. Los medios de comunicación de masas son capaces de determinar o minimizar las acciones del estado y de los estadistas, de aupar o hacer fracasar las iniciativas empresariales, de distribuir el poder a través de las autopistas informáticas, o de ocultar información brindando imágenes y noticias uniformes distribuidas por un reducido núcleo de Agencias informativas.
El Paradigma de la Comunicación unido al del Mercado trae aparejada una serie de cambios bruscos como los originados por las innovaciones en las vías informáticas, que permiten el desplazamiento inmediato de grandes masas de capital provocando desequilibrios de consecuencias imprevisibles para distintas sociedades y geografías. La democratización de base también puede, según Ramonet, servirse del Paradigma de la Comunicación para fortalecer su resistencia y crear el embrión de un nuevo Paradigma. Por estas razones, propone abandonar la máxima utilizada por los Movimientos Sociales de Base: “Pensar globalmente y actuar localmente” y de “...invertir el aforismo: hay que pensar local y actuar global, porque precisamente las fuerzas que llevan el mundo son fuerzas internacionalistas...” (Ramonet 1996). El ejemplo reciente, pero ya clásico, es la presencia del los mensajes del Sub-comandante Marcos en las vías de Internet. Tanto Bajoit como Ramonet son conscientes de las contradicciones internas de cada modelo, generalmente provocada por la convivencia conflictiva de varios Paradigmas. Algunas de las contradicciones más notables son las que corresponden a los procesos de concentración, de unión de países en confederaciones que amplían los mercados y por otro, los movimientos centrífugos de “Balcanización” mundial en función de identidades culturales, lingüísticas o religiosas que provocan el resquebrajamiento de los Estados. Cada Modelo y cada uno de los Paradigmas presentados genera un tipo de sociedad al que corresponden sistemas de participación y de educación específicos. Optar por un determinado Modelo de Desarrollo condiciona, en gran medida, las posibilidades de participación, las ideas y las prácticas educativas. Esto es muy importante, porque impugnar o resistirse a un modelo implica inventar estrategias que desarticulen el viejo sistema y al mismo tiempo, sean capaces de construir uno nuevo. Es precisamente en este marco mientras están vigentes los dos modelos, donde se inserta la cooperación y también la educación al desarrollo.

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